2020.08.28
Vía El Economista
Los pasados días me han dado la oportunidad de interactuar con autoridades de gobierno de distintos países latinoamericanos dándome la oportunidad de actualizar la información referente a los esfuerzos de política publica que los gobiernos de mercados como Brasil, Colombia o Chile están haciendo para modernizar la oferta de servicios móviles en sus países.
También en estos días tuve el honor de ser invitado por el Instituto del Derecho de las Telecomunicaciones (IDET) de México a dar una presentación sobre las oportunidades y desafíos que presenta el camino a futuras generaciones de tecnologías inalámbricas en el país. La presentación tomaba su curso normal, explicando entre otras cosas las diferentes plataformas tecnológicas que son utilizadas para proveer servicios de acceso a Internet o telefonía y el rol que cada una de ellas estaría jugando una vez el ecosistema de tecnologías llamado 5G comience a ofrecer servicios al país.
Una vez concluida la plática sobre el presente de 5G en América Latina y el Caribe, durante la sesión de preguntas y respuestas la conversación tomó un giro inevitable. La pregunta omnisciente era ¿cómo contrasta la realidad de México con la que se vive en otros países de la región en lo referente a impulsar desarrollo económico por medio del uso de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC).
Desafortunadamente, la respuesta me obligó a describir un panorama pesimista ante lo que no cabe duda es la ausencia de un plan coordinado de política pública que fomente el incremento de conectividad en todas las zonas pobladas del país pero no limitando el mismo a acceso a telecomunicaciones sino combinándolo con capacitaciones, expansión de servicios de gobierno electrónico y al menos los inicios de esfuerzos para llevar a las zonas más apartadas esquemas de telesalud y teleeducación que puedan cubrir las necesidades de los más pobres.
Hay ocasiones en que la realidad duele y esta es una de ellas. Duele entender que hay muchísimo talento que está desperdiciándose por la miopía gubernamental que pretende ahorrar centavos a cuentas de cientos o miles, no de pesos sino de dólares. Mientras Brasil encamina un proyecto de estado que apunta al uso, desarrollo y despliegue del Internet de las cosas en un plan de digitalización nacional, Colombia está trabajando en un “sandbox” (pruebas limitadas) regulatorio que le permita acelerar la innovación y Chile afirma como política de estado el avance de 5G, el ejecutivo mexicano desarticula el organismo encargado de la política pública para las TIC del país.
Duele saber que se hipotecan años de la vida de los quintiles económicos de menor poder adquisitivo pues el atraso en la toma de decisiones que agilicen y fomenten la digitalización implicará una demora en el camino que podrían emprender millones de mexicanos para salir de la pobreza. Hay hambre de progreso en el país, es inverosímil que no se quiera otorgar todas las herramientas necesarias para lograrlo.
Las TIC, como he dicho en innumerables ocasiones y no me cansaré de repetir, dejaron de ofrecer entretenimiento o la posibilidad de platicar con conocidos. Las TIC son la principal herramienta de desarrollo, conocimiento y progreso que poseen las personas. Su uso intensivo por la industria privada y por las autoridades de gobierno se puede traducir en un incremento en la competitividad del país. Quizá quienes sean responsables a nivel ejecutivo de aconsejar al Señor Presidente no estén conscientes de que, si México no se encamina a digitalizar sus sectores productivos, mejorar la calidad y disponibilidad de carreras técnicas y fomente la conectividad en zonas apartadas, el país perderá económicamente al momento de exportar productos y servicios ante naciones que si utilizaron las TIC para ser más eficientes.
Ojalá los próximos meses nos ofrezcan un cambio en el acercamiento a las TIC que se percibe desde el poder ejecutivo y con mucha humildad nos olvidemos de que no hay nadie que pueda autoproclamarse como un Yo Supremo conocedor de todas las soluciones a las necesidades que tiene el país. Es muy triste ver como un ente regulador del sector como el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) este condenado al ostracismo por el poder ejecutivo siendo considerando como referencia para muchos temas de telecomunicaciones por las autoridades de gobierno de muchos países.
Tan sólo me queda rescatar los esfuerzos que esta haciendo la industria de telecomunicaciones para ante el vacío que se percibe desde el gobierno central. Hay reuniones, discusiones e inquietudes sobre como se podría adelantar la llegada de nuevas tecnologías al país, aunque por el momento no sea para mejorar la vida de un alto porcentaje de la población. Instituciones como el IDET y sus miembros al menos están allanando el camino para que de alguna forma y otra México no quede rezagado. La espera a que lleguen tiempos más favorables puede parecer larga, pero a mal tiempo buena cara pues el otoño siempre le llega a todo patriarca.