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Cirugías remotas gracias a 5G

5G connection technology background with man using futuristic virtual screen digital remix

Vía El Economista

Una de las escenas más recordadas de la primera película de la Guerra de las Galaxias es el enojo de Chewbacca luego de perder una partida de dejarik contra R2 D2. Como olvidar el movimiento de las piezas tridimensionales que parecían batallar en un tablero de ajedrez. Para muchos, esa escena de 1977 fue la primera vez que contemplaron hologramas, aunque hoy día seguramente estaríamos utilizando el concepto de realidad aumentada para describir este juego.

Lo curioso es que mientras para millones de personas el enojo del Wookiee parecía mostrarle una interpretación de como sería el futuro, realmente visualizaban una tecnología cerca de cumplir los 30 años de existencia. Los hologramas fueron creados en 1948 por el físico húngaro Dennis Gabor, quien por esta invención recibió el premio Nobel de Física en 1971.

¿Por qué una tecnología tan útil no ha tenido una mayor adopción en sus 75 años de vida? La respuesta es muy sencilla, los altos costos que implica utilizarla para individuos o pequeños negocios. Aún con la caída en costos durante las pasadas siete décadas, producciones holográficas sencillas superan los 100 dólares mientras que las de uso profesional, por ejemplo, mostrar un ser humano de forma detallada supera fácilmente los US$ 50,000 dólares y dependiendo su complejidad puede fácilmente superar el millón de dólares.

Otro caso donde la tecnología existe hace un par de décadas lo vemos en el mundo de la medicina, precisamente desde el 7 de septiembre de 2001. En lo que después se conocería como la Operación Lindbergh, un grupo de cirujanos franceses localizados en Nueva York operaron a un paciente ubicado en la ciudad francesa de Estrasburgo utilizando el robot quirúrgico ZEUS. El costo de este robot en 2003 era de US$ 975,000, mientras que el de un sistema quirúrgico competidor llamado Da Vinci costaba cerca de un millón de dólares para esa época.

Las operaciones inalámbricas tardaron menos de una década en llegar, siendo un experimento de la agencia espacial estadounidense, NASA, quien en mayo de 2007 midieron las capacidades de sus equipos para efectuar cirugías remotas en gravedad cero. El objetivo era utilizar la tecnología en caso de emergencia en misiones espaciales. La conexión de 30 Mbps en esta prueba se obtuvo por medio de un puente inalámbrico Spectra funcionando en la banda de 5.4 GHz y alcanzando una latencia promedio de 70 ms.

Obviamente la tecnología sigue avanzando tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. En marzo de 2015, se efectuó una cirugía en China donde los protagonistas estaban separados por 328 Km ya que unos estaban en la ciudad de Jinhua y los otros en la de Zhejiang, ambas en la provincia de Shangai. En esta ocasión la tecnología utilizada era 4G.

La llegada de 5G ha estado acompañada de un mayor número de anuncios sobre procesos quirúrgicos de manera remota utilizando las ventajas que ofrece esta generación inalámbrica. Los anuncios provienen de distintos lugares, por ejemplo, Alemania, China, Estados Unidos, Italia y España, entre otros. La menor latencia de 5G junto a sus mayores velocidades de transmisión de datos la convierte en una buena alternativa inalámbrica para procesos que anteriormente se soportaban con fibra óptica. Las características son tan propicias que en 2021 se efectuó una cirugía cerebral en China donde los protagonistas se encontraban a 3,000 Km de distancia uno del otro.

No obstante, así como los hologramas han tardado décadas en bajar de precio, el principal factor que impide una mayor acogida a las cirugías remotas es el precio del robot que tiene que ser utilizado para efectuarlas, que oscila entre US$ 500,000 dos millones de dólares. Obviamente, la cantidad de hospitales en América Latina que podría acceder a este tipo de servicios sería muy limitado. Lo anterior sin contabilizar el costo de cada proceso quirúrgico que se haga utilizando a estos robots. Precisamente los altos costos de estos procedimientos han levantado quejas en Estados Unidos y Europa de lo prohibitivo que son para la mayoría de la población.

Imaginemos que los gobiernos latinoamericanos hacen un esfuerzo y deciden colocar este tipo de tecnología en sus hospitales rurales. Gracias a economías de escala el precio de los robots se reduce a US$ 250,000 por cada hospital. Consideramos que en un país solo los colocan en 1000 hospitales rurales, esto implicaría un costo de US$ 250 millones en tan solo comprar los robots. Luego se tiene que sumar el transporte de los equipos, impuestos, instalación, mantenimiento y la capacitación de los médicos.

Además, se debe considerar que cada uno de estos hospitales rurales precisa de tendido de 5G y la contratación de una línea de redundancia, fibra o satelital, para asegurar la conectividad en caso de una disrupción en la red 5G.

Considerando todos estos elementos, y siendo conservadores, estimemos en 10% el costo que tendría cada cirugía remota en la región (US$ 500) si se compara con su costo en Estados Unidos (US$5000). Si consideramos una cirugía por semana, tenemos 52 anuales para un total de 52,000 a nivel nacional, un total de US$ 26 millones anuales que tendría que asumir el estado pues los pacientes de áreas rurales no podrían pagar por estos servicios.

Los avances en las cirugías remotas por medio de fibra y redes inalámbricas de 5G es una buena noticia para todos. Así como vaya avanzando esta tecnología y obtenga mejores economías de escala, la misma se irá haciendo una realidad en hospitales latinoamericanos.

Sin embargo, pensar que la posibilidad de ofrecer este servicio justifica la inversión para llevar 5G a nivel nacional solo puede considerarse optimismo irracional. Sobre todo, cuando apenas un número limitado de hospitales en la región, casi todos privados y en zonas urbanas, cuentan con el presupuesto para adquirir el equipamiento necesario para hacer cirugías remotas. Así que al menos por unas cuantas décadas, la llegada de una nueva generación móvil no implicará la llegada de cirugías remotas a todos los hospitales de América Latina.

Soñar es permitido y necesario para progresar, pero es peligroso cuando nos oculta el presente con el que tenemos que lidiar diariamente.

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