Un amigo mutuo, de muchos años en el sector de telecomunicaciones, me comentó que Jorge Vergara, dueño de Omnilife y del club de futbol Chivas de Guadalajara, actuó por enojo con Televisa, luego de que su club había sólo eliminado en la fase semifinal. Le di algo de razón en la medida que he sido testigo de cómo los ejecutivos, fríos y audaces, pierden el control al calor del juego. En mis años de reportero de deportes los vi en más de una ocasión transformarse en unas fieras.
Como “castigo” para Televisa, Vergara anunció su propia plataforma para la transmisión de los juegos en casa de su equipo. La primera parte luce razonable. Durante una entrevista radiofónica Vergara calcula que por banda ancha podría captar hasta 25 millones de seguidores. O sea, personas que verán y escucharan la transmisión de los partidos. El tema es que somos 112 millones de mexicanos.
El alcance de la televisión abierta y que cubra más del 75% del territorio nacional –que sólo lo alcanza Televisa y luego TV Azteca- es de 75 millones de televidentes. Así, que según los cálculos de Vergara se estarían perdieron de 25 millones de teleespectadores, pero que para el mes de julio tendrá la respuesta mágica con Chivas TV.
La realidad es que en los negocios no existe la magia. La televisión abierta, si bien es cierto que ha perdido audiencia que migra a otras plataformas digitales, cuando se trata de transmisiones por internet de un espectáculo deportivo es un dolor de cabeza seguir el evento.
En lo personal nunca he logrado ver un juego de béisbol profesional o de futbol por internet sin que se interrumpa y tenga que volver a conectar. La banda ancha en México es de pésima calidad y a estas alturas todavía no cumple con el estándar de calidad que permita a los seguidores de Chivas seguir las transmisiones de su equipo sin sufrir algún percance.
Es importante porque los patrocinadores pagan porque su anuncio pueda tener el mayor alcance posible. Sabemos que Vergara tiene muchos miles de millones de pesos y quizás no le importe, pero los jugadores cuestan y tarde que temprano a ningún empresario le gusta perder por más mal genio que tenga.
CONCESIONARIAS.- Hablando de internet de banda ancha, tampoco las distribuidoras de automóviles han podido avanzar en información a los clientes. Cuando uno llega a una concesionaria es muy complicado, aun para el vendedor, tener acceso al internet y de ahí a la información que pide el cliente. Todavía, como en los viejos tiempos, el 80% se respaldan en el papel de la marca. Cuando uno pide alguna información adicional es imposible conseguirla y la opción de salida del vendedor es recomendar la página para verla posteriormente o promete enviar la ficha técnica para después.