2019-04-04
La tensión comercial y política entre Estados Unidos y China se ha trasladado al sector de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). Aplica ya una fuerte restricción en la contratación y despliegue de equipamiento e infraestructura china para el desarrollo de redes y provisión de servicios de telecomunicaciones. El gobierno de Estados Unidos ha gestionado que varios gobiernos más se pronuncien y articulen en el mismo sentido, como es el caso de Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda, en diferentes magnitudes.
El rápido posicionamiento y consolidación de empresas y tecnología chinas en la provisión de equipamiento para el desarrollo de redes móviles, representa, a decir del gobierno norteamericano, un riesgo para la seguridad y soberanía nacionales.
Argumentan que están siendo empleados con fines de espionaje por parte del gobierno de ese país, aunque a la fecha no ha sido presentada públicamente evidencia alguna. Otro elemento de conflicto es el señalamiento de que Huawei ha violado con dolo las sanciones impuestas a Irán, a la vez que ha violado la propiedad intelectual de sus pares occidentales.
Aprisionamiento Tecnológico (Tech Lock-In)
En días recientes el CEO de AT&T Randall Stephenson señaló que la tecnología de Huawei no permite interoperabilidad con tecnologías de proveedores de equipo europeos y norteamericanos. Esto resulta en una muy elevada dependencia para aquellos que desplegaron con equipamiento chino sus redes de 4G, como es el caso de varios operadores en países europeos. Precisamente es esa falta de interoperabilidad que los obliga a tener que seguir su evolución tecnológica a 5G con el mismo fabricante.
Una especie de aprisionamiento tecnológico (tech lock-in).
La principal preocupación de funcionarios y empresarios estadounidenses es el control que el gobierno chino pueda tener sobre la tecnología y redes de acceso, en la víspera de 5G y la creciente conectividad de dispositivos, equipos, vehículos, fábricas e incluso hogares.
No obstante, Huawei ha apostado y se ha convertido en el principal proveedor de equipamiento para redes de 5G, no sólo en China, sino en varios países de Occidente. El rezago tecnológico de 12 a 18 meses en el que se ubican sus principales competidores deja a la empresa china como la opción de primera mano para la transición a servicios de nueva generación.
México en la Disyuntiva
Este conflicto geopolítico ubica a México en una disyuntiva comercial y tecnológica.
Por una parte, y puesto que al negociar el T-MEC, el gobierno mexicano se comprometió a no realizar acuerdos comerciales con países que no sean economías de mercado, escenario que encuadra en el caso de China.
Y precisamente las empresas y operadores de telecomunicaciones que operan en México entran en este escenario de ser clientes intensivos de los equipos de Huawei, con lo que vislumbran un sendero de dependencia tecnológica (technological path-depence) hacia 5G.
Incluso en alguna proporción, el mismo gobierno mexicano se ve en esa situación, con el desarrollo de la Red Pública Compartida. Mas aún, el gobierno mexicano que ha optado por estrechar sus relaciones con China para el desarrollo de proyectos prioritarios como el Tren Maya, deberá ser más cauto en lo referente al despliegue de infraestructura de telecomunicaciones.
Ciertamente es que de ello depende el futuro tecnológico, el acceso a servicios de nuevo generación y la evolución a las ciudades inteligentes y el Internet de las Cosas.
Pero no debe omitirse considerar la presencia aquí de un dilema geopolítico para el gobierno y para las telecomunicaciones nacionales, bajo un escenario de tensión política y comercial que puede, incluso, poner en riesgo la ratificación en proceso del T-MEC.