2019-07-22
El consorcio que opera la Red Compartida Mayorista, proyecto que se gestó en el sexenio pasado para conectar zonas remotas, va por el 50% de su objetivo.
La facilidad con que te conectas a internet para ver videos, mandar mensajes, descargar archivos y llamar por celular, ya sea por medio de aplicaciones o con la línea telefónica, son solo algunos ejemplos de todos los servicios que al menos 40 millones de mexicanos no pueden disfrutar. El gobierno quiere cerrar esta brecha de conectividad con la creación de una empresa pública ya en marcha, CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos , aunque un proyecto más adelantado aun le debería ayudar, la Red Compartida.
Esta iniciativa arrancó durante el sexenio de Enrique Peña Nieto tras una licitación, en 2016, que obtuvo el consorcio Altán Redes. Para su lanzamiento el año pasado, la meta inicial fue llegar al 30% de cobertura poblacional que rebasó, ya que inició con 32.2%.
El esquema de asociación público-privada (App) lleva invertidos 20,000 millones de pesos (mdp) y en total tiene un presupuesto de 7,000 millones de dólares (mdd). Pretende alcanzar, en octubre, 50% de a cobertura del país, una meta que estaba marcada para enero de 2020. Su objetivo final es cubrir el 92.2% de la población mexicana para el año 2024.
Su cobertura es hoy de 45 millones de personas en 282 poblaciones con tecnología 4.5G, el estándar más reciente para brindar servicios de internet móvil. Todo esto, sin desplegar infraestructura propia.
“Nuestro modelo se basa en la compartición de recursos donde se puedan colocar las radiobases, fibra óptica que ya está tendida y en caso de que la infraestructura no esté disponible tenemos un modelo en el que garantizamos a nuestros proveedores que nosotros nos conformamos como el primer cliente ancla a largo plazo del uso de su infraestructura, solicitándoles que busquen más clientes para fundamentalmente abaratar los costos de inversión”, explica Fernando Bellido, director de despliegue de Altán Redes.
Ingresos en duda
Pero el proyecto ha levantado dudas entre el sector. La peculiaridad de la Red Compartida y este modelo de compartición de infraestructura es privilegiar la llegada de los servicios de telecomunicaciones móviles donde aún no están disponibles, justamente lo que busca el presidente López Obrador. Aunque todavía no comparte detalle de sus ingresos.
“Me encantará ver a Altán operando efectivamente porque tienen clientes. Unos inversionistas que están haciendo deal con Altán vinieron a vernos, ya tienen mucho firmado, van muy avanzados, pero no están ni cerca de operar. Aun teniendo clientes, no están generando tráfico. El chiste es que ya generen tráfico, porque el tráfico es ingreso”, explica Ernesto Piedras, director general de la consultora The Competitive Intelligence Unit (CIU).
Piedras y especialistas del Instituto del Derecho de las Telecomunicaciones (Idet) critican el modelo de la Red Compartida porque considerar que no ha probado su éxito en otros países y solo Ruanda tiene un esquema similar.
De hecho, cuando el proyecto aún no entraba a licitación, Gerardo Soria, presidente del Idet, expresó en su columna que Mony de Swaan, expresidente de la Cofetel -órgano previo al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT)- pagó 100 mdp por un “estudio a la medida” que avalara la creación de la Red Compartida. “Cuando fracase la Red Compartida, tanto él (De Swaan) como los panistas y perredistas que impulsaron el engendro tratarán de culpar al gobierno federal”, escribió entonces Soria.
En julio de 2016, durante una mesa de análisis organizada por la Academia de Ingeniería de México en el Palacio de Minería, Javier Lozano, exsenador por el PAN y fundador del Idet, dijo que la Red Compartida sería a la postre “un elefante blanco” que el gobierno tendría que rescatar.
Jorge Negrete, presidente de Digital Policy & Law, señala que el gobierno puede exigir a Altán Redes avances sobre la conectividad que lleva hasta el momento. “Los riesgos de una empresa paraestatal son los que estamos corriendo ahorita con la Red Compartida, es decir, sólo el tiempo dirá si funcionaron o no”, apunta. “Siempre dije que la Red Compartida era una empresa que no tiene un buen modelo de negocio y ya se están quejando porque quieren insumos de otros operadores, no han cubierto los estados más pobres de este país, están invirtiendo solamente en las 40 ciudades de más alta población, es decir, rentables para ellos”.
Clientes satisfechos
Incluso con estos argumentos en contra, el proyecto avanza. Al cierre de junio, Altán Redes sumó 42 contratos con 33 clientes, algunos de los cuales ya están dando los servicios a clientes finales. “Está funcionando bien la instalación, la cobertura donde dicen que hay, hay; ese es el principal problema con las inalámbricas (…) Si no hay cobertura, te das cuenta inmediatamente pues muchas de las casas dependen de esa conectividad”, dice Lorenzo Orozco, director general de Internet ON, cliente de la Red Compartida.
Roger Alarcón, director y fundador de GurúComm, que sirve a pequeñas y medianas empresas (Pymes), señala que la gran diferencia entre un operador normal contra uno mayorista, es que el mayorista quiere que al cliente le vaya bien. “Le conviene, porque los clientes que te facturan, a su vez le facturan a él. También hay una apertura interesante para el crecimiento. Nosotros le indicamos dónde hay una demanda de servicio, tienen el interés y realizan la instalación de infraestructura para dar servicios en esos lugares”, señala.
A Altán Redes todavía le quedan por delante cinco años para desplegar la Red Compartida, cuya adjudicación es por 20 años, con una prórroga por otro periodo igual. “Estamos muy tranquilos porque los usuarios que pueden traer estos clientes pueden ser suficientes para ir llenando poco a poco nuestra red”, destaca Bellido.
¿Le afectará la nueva empresa estatal, filial de la CFE? Los analistas creen que no representa aún una amenaza para Altán Redes y su negocio. “La red de la CFE empezará de cero y tardará en ofrecer los servicios, pero sí es una competencia para Altán porque ambas buscan cobertura social. De hecho, esa empresa que propone López Obrador tendrá alguna ventaja porque podrá dar servicios directos a usuarios finales”, afirma Jorge Bravo, director de Digital Policy & Law.
Altán Redes funciona como empresa mayorista, dando sus servicios solo a otras empresas que se encargan de llevarlos a los consumidores finales, como hogares y otras empresas que requieren servicios de conectividad. “La nueva empresa no necesariamente le pega a Altán. Hasta pueden ser complementarias. Pero depende de si la nueva empresa puede prestarle servicios como mayorista de transporte a Altán para que ellos desplieguen radiobases”, explica Jesús Romo, analista de Telconomia. Justo el modelo que Altán Redes trabaja actualmente en su despliegue.