2017-11-28
¿Es bueno o malo que Estados Unidos liberalice las redes? ¿Cómo afectará a los usuarios? ¿Incrementarán los precios? ¿Habrá más competencia? Aquí te explicamos.
El anuncio de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC por sus siglas en inglés) sobre el próximo fin de la llamada neutralidad de la red ha estremecido a los usuarios de internet, ya que de concretarse dará paso a una reconfiguración tanto para las empresas como para los usuarios, además de que marcaría la pauta para que cada país lleve a cabo modificaciones similares. Y México no es la excepción.
La neutralidad de la red es una regla aprobada en 2015, durante la administración de Barack Obama, bajo la cual la ley da un trato a los proveedores de Internet como servicios públicos y les prohíbe impedir o controlar el acceso de los consumidores a contenido en la web.
El concepto es particularmente importante en una época en la que se da una consolidación de la industria y la línea entre operadores y generadores de contenido se hace más difusa. Por ejemplo, AT&T es dueña de DirecTV y en Estados Unidos ofrece a sus suscriptores de telefonía móvil streaming gratuito con su paquete celular. Sin la neutralidad de la red, AT&T podría dar un trato preferencial en su red a DirecTV por encima de competidores de ese servicio, como Netflix, o HBO Go.
Son esas mismas reglas las que el jefe de la FCC, Ajit Pai, busca echar atrás.
“Hay un dogmatismo muy dedicado y es que el internet es libre y así deber seguir siéndolo, y cualquier cosa que parezca atentar contra eso es un atentado contra el ciudadano y sus libertades. Pero por el otro lado también están los que tienen que invertir en esas redes y esto les ayudará”, afirma Ernesto Piedras, director general de la consultora The Competitive Intelligence Unit (CIU).
Si las reglas actuales, cuya intención es garantizar un internet libre y abierto, son desechadas se puede esperar una reconfiguración del panorama digital, y no sólo para los usuarios, sino también para las empresas, y marcaría el camino hacia una redistribución de los ingresos, que hasta el momento se inclina a favor de quienes utilizan la red como base de su modelo de negocios.
Los expertos consultados por Forbes México destacan que el debate está lejos de concluir y que más allá de un asunto de blanco y negro son los grises los que necesitan ser puestos en la balanza. En ese sentido, destacan que aún no es posible afirmar o negar si los cambios en la forma como se consume e interactúa a través de internet beneficiarán a unos y perjudicarán a otros, mucho menos saber con certeza el futuro de los precios o si la privacidad de los usuarios se verá violentada.
No obstante, especialistas de la Organización de Telecomunicaciones de Iberoamérica (OTI) y la consultora The CIU coinciden en que se trata de un punto de inflexión para la red, para su evolución y para la forma como se hacen negocios a través de ella.
Pero antes de entrar en los cambios que se darían con la liberalización de las redes es necesario entender de qué se trata.
¿Qué es la neutralidad de la red?
Se trata de un principio prácticamente tan antiguo como el propio internet y que ha estado bajo debate, con distinta intensidad, en las últimas dos décadas.
La Net Neutrality –o Internet Freedom Order como se conoce a la regulación estadounidense– obliga a los reguladores y los proveedores a garantizar que no haya privilegios o se priorice el contenido de un jugador frente a otro. Es decir, su premisa es que todo el tráfico debe ser igual en la red, y por tanto evitar los beneficios especiales hacia algún participante.
En otras palabras, se trata de que no haya una discriminación de los contenidos por su origen, página web, plataforma, o medio de comunicación. Por ejemplo, hoy en día Verizon no podría favorecer con un despliegue del contenido más rápido en AOL y Yahoo —dos servicios que adquirió en los últimos años— sobre Google, pues hacerlo implicaría ir en contra de la actual regulación pro competencia.
“Es muy poco popular hablar de cualquier tipo de intervención en internet, ante un fuerte dogmatismo, pero es un tema importante que se tiene que discutir”, apunta Piedras, de CIU.
El fin de la neutralidad “se trata de traer el libre mercado, la oferta y demanda, a la administración del tráfico de las redes, de llevarlo a una capa más profunda de las telecomunicaciones”, explica Federico González Luna, director ejecutivo de la OTI.
¿Política o evolución?
La regulación aún vigente fue aprobada bajo la administración de Obama –y originalmente impulsada por George W. Bush–, aunque el tema tiene años bajo debate. El propio Trump se pronunció en contra de la neutralidad de la red en 2014, pero no fue sino hasta su llegada a la Casa Blanca que podría materializar esa oposición.
Pai, un republicano, fue designado por el presidente Trump para dirigir la FCC en marzo de 2017 a pesar de las críticas por sus antiguas relaciones laborales con Verizon. En la junta de la Comisión lo acompañan dos republicanos más, así como dos demócratas, por lo que el futuro de la neutralidad de la red se encuentra en manos de cinco personas.
Hasta ahora, parece que los tres republicanos se pronunciarán el próximo 14 de diciembre a favor de rescindir las llamadas reglas de neutralidad y la oposición demócrata no alcanzaría para impedirlo.
No obstante, el tema se ha discutido desde hace un tiempo con diversos argumentos tanto en contra como a favor. Por un lado, los opositores a la medida promueven una defensa impulsada principalmente por dogmas sobre lo “intocable” que debe ser internet, mientras que los promotores destacan la necesidad de esto para evolucionar las redes –sobre todo con la mira puesta en la red 5G–.
Un bando asegura que si el esquema actual cambia, los operadores podrían dar prioridad a sus propios servicios por encima de sus competidores. Por otro lado, quienes apoyan la medida aseguran que esto permitirá a los proveedores de la red participar de mejor manera en los negocios que hasta ahora han evitado o no pueden competir por falta de recursos, además de que promoverá la competencia con jugadores que se han acostumbrado a ser los principales beneficiados.
Por ejemplo, un reporte de diciembre de 2015 afirmaba que Netflix representaba una tercera parte del tráfico por internet en Estados Unidos. La compañía de streaming nunca ha invertido en infraestructura de transmisión de datos, y aún así lucra con ella. Con el fin de la neutralidad de la red, los operadores podrían cobrar a los proveedores de servicios en línea dependiendo del uso que hagan de su infraestructura, y con ello contar con más recursos para robustecer sus servicios.
Todo sea por la red 5G
La quinta generación de tecnología en telefonía móvil es un punto focal hacia el futuro imaginado con el Internet de las Cosas (IoT) y la Inteligencia Artificial, y hoy las firmas de telecomunicaciones trabajan en sus prototipos y estandarización, pero para ello necesitarán ingresos que se destinen en investigación, desarrollo y despliegue.
La liberalización de las redes les daría la oportunidad de realizar las inversiones que a la larga se reflejarían en la infraestructura que permitan hacer realidad proyectos como la conducción autónoma, por mencionar un ejemplo.
Permitir que los operadores puedan obtener ingresos con el fin de la liberalización de las redes les daría a sus arcas los recursos para seguir preparando el camino hacia la tecnología 5G, menciona Gonzalo Rojón, analista y socio fundador de CIU.
Los especialistas coinciden en que aún es pronto para hablar de vencedores y vencidos, y más aún para hablar sobre afectaciones a los bolsillos de los usuarios, y afirman que será el propio mercado el que determine esa situación. También coinciden en que Estados Unidos ha tenido éxito con estas prácticas en el pasado.
Pros
En ese sentido, Ernesto Piedras menciona que si les permite a los proveedores crear diferentes carriles para el servicio esto derivará en el establecimiento de una segmentación de mercado, bajo el cual se ofrecen y compran la gran mayoría de los servicios y productos, y por lo tanto no resultará un territorio desconocido para los usuarios y podrán decidir sobre la calidad que requieren o pueden pagar. Un ejemplo, que señala, es la compra de un boleto de avión en clase turista o ejecutiva.
“Llevamos mucho tiempo con el internet tal y como está, y tal vez este cambio no quiere decir que se vendrá abajo, nadie puede saber el resultado. Es un cambio drástico, pero vivimos en un mundo muy diferente al de hace 10 o 15 años”, señala Rojón.
Contras
Por el contrario, en diversos foros se ha alertado sobre el riesgo que implica para el usuario que si una compañía como Netflix acuerda pagar tarifas adicionales a un operador, esto se verá reflejado en el precio al suscriptor, lo que se replicaría en casi todos los servicios de streaming (Spotify, Amazon Prime, YouTube Red), además del almacenamiento en la nube y generadores de contenido.
Además, existe la posibilidad de que los proveedores de servicio podrían priorizar su contenido sobre el de la competencia, o incluso bloquear el acceso a otros sitios que supongan una amenaza competitiva o por el simple hecho de ser críticos hacia ellos.
Sobre esto, los especialistas consultados reiteran que es pronto para dar por hecho que se cumpla uno u otro escenario.
Así cambiarían los negocios
Si bien la decisión de que se elimine la neutralidad de la red es vista por algunos como una victoria para compañías como AT&T, Comcast Corp y Verizon Communications Inc, y una derrota para Alphabet (la matriz de Google), Facebook y Netflix entre otros, la única certeza que ofrece es que habrá cambios en los modelos sobre los que se construyeron esos gigantes.
De inicio, permitirá a los operadores hacer negocios con sus redes, ya que hasta la fecha los servicios que llevan su contenido al usuario mediante el tráfico de estos proveedores son los que obtienen una mayor parte de las ganancias.
La medida podría impulsar incluso a que grandes generadores de contenido opten por desplegar su propia red, llegar a acuerdos que distribuyan de manera más equitativa los ingresos o establecer alianzas de diversas índoles.
Del otro lado de la moneda, los operadores podrían sumarse a otras líneas de negocio o reforzarse en las que ya participa.
“Habrá varios puntos en esa transición que se tienen que supervisar, no es como que se dejará a su suerte el Internet. Simplemente se está reconfigurando a una nueva época y nuevos servicios, pero debe ser monitoreada”, apunta Gonzalo Rojón.