Como sucede con las novelas policiacas, comenzamos por el final. Este 16 de mayo el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) publicó un comunicado donde señalaba su posición sobre las revelaciones realizadas por Javier Tejado en El Universal el 15 de mayo. La nuez del comunicado es como sigue:
El Instituto resolverá si se actualiza alguna causal de descalificación prevista en el numeral 10 de las Bases de Licitación, mismas que comprenden, entre otras, el incumplimiento en el pago de las contraprestaciones, así como la invalidez, nulidad, falta de autenticidad en los documentos o la entrega de información falsa.
Siendo esta la hebra final de la historia, ¿cuál es el inicio?
Todo comenzó el verano del año pasado, cuando el IFT publicó las bases de la licitación IFT-4, que buscaba poner a licitación 257 concesiones de radio en las bandas AM y FM. Este sería un proceso pionero pues por primera vez se pondrían a licitación pública concesiones para operar estaciones de radio y sobre todo, para abrir espacio a nuevos participantes.
Ahorraremos las vicisitudes técnicas de la licitación y basta decir que 23 de marzo el IFT anunció la adjudicación de 178 actas de fallo a 67 participantes ganadores en la licitación. Uno de estos jugadores, Tecnoradio, desconocido en el medio de la radio fue el gran ganador de la licitación tras llevarse 34 concesiones para operar en la banda FM y 3 en la banda AM. Para tener una idea, el competidor más cercano, una empresa llamada Escápate al Paraíso, se quedó con 14 concesiones.
Al ser un jugador nuevo (al menos entonces así se creía) Tecnoradio se llevó las frecuencias con un descuento del 15%. Como lo señala Javier Tejado, esto le significó a la empresa un ahorro de 40 millones de pesos sobre la totalidad pagada por las 37 concesiones. Pero además, la opacidad en la información relacionada con los socios y el domicilio fiscal de la empresa causaron de inmediato suspicacias: no todos los días aparece alguien con más de 260 millones de pesos en mano para pagar por entrar a un negocio que suele requerir grandes inversiones y con largos períodos de recuperación.
Ante las sospechas que crecían, el IFT tuvo oportunidad de presentar información amplia y clara sobre la naturaleza de los ganadores de la licitación y sus relaciones con personas relacionadas con el sector. Sin embargo, en voz de su Titular de la Unidad de Espectro Radioeléctrico, Alejandro Navarrete, el IFT decidió hacer lo contrario y escudarse durante una entrevista otorgada el 29 de marzo para negarse a compartir la información que ellos ya tenían en sus manos:
Las leyes Federal y General de Transparencia y Acceso a la Información nos impiden revelar ese tipo de información porque es información justamente que está… que no podemos nosotros revelar justamente por ser información de carácter personal.
Al final del día la verdad quedó revelada y el IFT no le quedó más remedio que comprometerse a tomar medidas, que podrían implicar el retiro de los títulos de concesión ganados por Tecnoradio, el cobro de la garantía de seriedad ofrecida, así como demandas civiles y penales contra la empresa. El público de localidades como Querétaro, Cuernavaca y el resto de ciudades donde se instalarían las estaciones de Tecnoradio tendrán que esperar tiempo adicional para escuchar nuevas estaciones de radio.
Si algo hemos aprendido después de escándalos que descarrilaron proyectos como el tren de alta velocidad México – Querétaro y los que vendrán con la empresa brasileña Odebrecht, es que la opacidad en los procesos licitatorios es la mejor receta para echar por la borda buenas intenciones. En un país donde la desconfianza es una forma de vida, lo peor que se puede hacer es arrojar un costal de sombras… peor cuando los temores se convierten en la realidad. ¿El IFT habrá aprendido la lección?