La idea suena tentadora: uno de los equipos de soccer más populares del país deja de transmitirse por televisión para pasar hacia internet, donde el fanático junto con los anunciantes pagan generosas sumas. Así, el dinero llega directo a la bolsa del equipo en lugar de pasar por intermediarios. Para Jorge Vergara, el dueño de las Chivas del Guadalajara, la iniciativa Chivas TV sonaba como un negocio redondo.
Para los suscriptores, no tanto.
Las promesas de los servicios de video por internet, también llamados servicios Over The Top (OTT) son varias: acceso a un contenido personalizado, precios más accesibles y una mejor calidad de servicio. Esa era la promesa para los usuarios de Chivas TV, pero la realidad resultó menos agradable.
Primero, crear un servicio de video en línea es un asunto complicado que va más allá de comprar cámaras y contratar comentaristas. Desde el anuncio de Jorge Vergara el 20 de mayo y hasta su inicio de transmisiones el 29 de junio pasó poco más de un mes. ¿El resultado? Las fallas menudearon desde el lanzamiento de la plataforma en junio y durante la transmisión de los partidos durante la temporada, culminando con una falla durante el clásico Chivas – América el pasado 27 de noviembre.
Aquí vale una pausa para decir que señalar que el servicio no es nada barato. Inicialmente los costos llegaban hasta los 2,700 pesos anuales… sólo por los partidos de Chivas. Si alguien desea ver sólo un partido, el costo varía entre 125 y 500 pesos.
Con todo, parece que los encargados del proyecto no calcularon la infraestructura que necesitaría Chivas TV, al menos eso dejó ver su director general, José Luis Higuera en un evento para empresas de televisión de paga en octubre, “pensé que la tecnología estaba más preparada para esta situación; se habla mucho de los OTT pero cuando ya te sientas en serio, no todo está listo”. De acuerdo con Akamai, una empresa que distribuye video en línea, un partido de soccer visto en línea por alrededor de cien mil personas puede generar un tráfico de datos de más de 288 gigabits por segundo.
Sin embargo, contrario a la televisión abierta que debe garantizar todo el tiempo una calidad de transmisión regulada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), los servicios OTT son parte de una cadena con muchos eslabones independientes que van de la infraestructura del estadio (cables de fibra óptica, distribuidores de señal) hasta el ancho de banda contratado para transmitir por internet.
Como las fallas del servicio pueden ser causada por diversas razones, las empresas de OTT no son muy claras al momento de responsabilizarse por caídas en la transmisión y siempre pueden decir que la culpa es de alguien más. Esto sin mencionar que debido a su modelo de negocio, tratar con un OTT puede ser como lidiar con un fantasma porque algunos no tienen representaciones en México y sus contratos de uso de servicio son un largo texto que nadie suele leer y puede incluir cláusulas como las de Chivas TV, que de plano se liberaba de responsabilidades en caso de problemas con su propio servicio.
No por nada la Procuraduría Federal del Consumidor le impuso a la empresa operadora del servicio una multa de 5.6 millones de pesos en virtud de sus incumplimientos. Extrañamente, un organismo que debería tener injerencia en estos asuntos, el IFT, se encuentra al margen debido a que desde 2015 determinó que a estos servicios no se les aplican las mismas regulaciones que a los de operadores de servicios de tv por cable u otros similares.
Quizá la Profeco terminará marcando el gol del honor, en nombre de los consumidores del país. En cuanto a los servicios OTT, son la promesa de un mundo mejor, que choca con nuestra cotidiana realidad.