Gerardo Flores Ramírez | El Economista | 8 de Septiembre 2015
En 1981 inició el proceso de liberalización de las telecomunicaciones en Reino Unido, con la separación de British Telecom (BT) de la estructura de la oficina de correos, proceso que se consolidó en 1984 con la privatización de BT. Previamente, en 1982, se había otorgado la única otra licencia a un operador de servicios de telecomunicaciones, Mercury. Para esa etapa inicial y hasta 1991, el gobierno británico eligió de manera expresa una política pública denominada “el periodo del duopolio”. Sin embargo, después de confirmar que las condiciones de competencia en el mercado británico prácticamente no habían mejorado, en 1991, el gobierno decidió modificar su política respecto de la entrada al mercado, para permitir que las redes de televisión por cable pudieran competir de manera directa con BT y Mercury.
Sin embargo, al valorar si se permitía a BT participar en el segmento de la televisión por cable, las autoridades determinaron que ante el poder de mercado de este operador, no habría red de televisión por cable que pudiera sobrevivir ante los embates de BT, razón por la que se adoptó la decisión de prohibir a BT que pudiera participar en el mercado de televisión por cable durante los siguientes 10 años.
Lo que ocurrió después de eso fue un intenso proceso de consolidación en el mercado de la televisión por cable. De acuerdo con un reporte de la OCDE, de un número aproximado de 100 operadores establecidos en 1991, el mercado se redujo a básicamente sólo dos operadores en el 2001: NTL y Telewest. Para octubre del 2005, estos operadores anunciaron una muy esperada fusión. A su vez, en julio del 2006, este nuevo ente fusionado NTL Telewest, anunció la adquisición de Virgin Mobile, y con base en acuerdos por el uso de la marca con Richard Branson, este grupo se convirtió en Virgin Media.
Cabe mencionar que derivado de muestras evidentes de BT para allanarse a diversas medidas regulatorias impuestas por el órgano regulador, en aquel momento Oftel, por ejemplo, en materia de separación contable, tarifas de interconexión y desagregación de la red, por citar sólo algunas, en combinación con una revisión seria por parte de Oftel sobre el estado de la competencia en el mercado de telecomunicaciones, a partir del 2001 se permitió a BT participar como proveedor en el mercado de televisión por cable. Posteriormente, en febrero del 2013, Virgin Media fue adquirido por 24,000 millones de dólares por el grupo Liberty Global, de los Estados Unidos, con presencia en 14 países. Después de esa transacción y ya colocados en lo que ocurre hoy en día en el mercado británico, podemos mencionar que hay básicamente tres importantes proveedores de televisión de paga en ese país: a) Virgin Media, resultado de un largo proceso de consolidación de cableras, que reporta un poco más de 5.5 millones de suscriptores; b) Sky, proveedor de servicios de TV de paga vía satélite que ya ofrece acceso a banda ancha y que reporta 11 millones de suscriptores; y c) BT, que ya reporta cerca de 2 millones de suscriptores para el servicio de televisión.
De esta narrativa de cómo se ha transformado el servicio de televisión por cable en Reino Unido, resulta evidente la claridad que en todo momento tuvieron las autoridades reguladoras de ese país, en cuanto a la importancia de permitir de que ese ente consolidado pudiera convertirse en una opción real de competencia frente al gran poder de mercado de BT. Es verdad que BT participa en el mercado de televisión de paga, pero ello es así simplemente porque ese operador dominante se disciplinó y permitió que una verdadera competencia efectiva se consolidara.
En México, de repente parece que seguimos los mismos pasos que en Reino Unido, pero pareciera que en ninguno hemos logrado resultados similares.