Por supuesto que TikTok –subsidiaria de ByteDance, empresa china que ha revolucionado el mundo de la comunicación digital– representa un peligro para la seguridad de Estados Unidos. Eso quedó clarísimo la semana pasada cuando el Congreso estadounidense confrontó, en una especie de la silla de los acusados, a Shou Zi Chew, director ejecutivo de la red social.
En algo que parecía una emboscada, el congreso de Estados Unidos no dio respiro a Chew con incisivas preguntas sobre el espionaje y robo de datos de los usuarios de la plataforma para ser entregados al Partido Comunista de China.
Sin querer, el Congreso de Estados Unidos confirmó lo que probablemente no todos sabíamos, pero sí sospechábamos: el conocimiento tecnológico no es una de las fortalezas de los gobernantes, ni de los reguladores a nivel global. Al tratar de exhibir al director ejecutivo de TikTok, hicieron el ridículo sobre conocimiento básico de herramientas tecnológicas en repetidas ocasiones.
Reitero, TikTok representa un peligro para la seguridad de Estados Unidos, pero no en lo geopolítico sino en la legislación de privacidad de datos en plataformas digitales de su propio país. Las big tech recopilan y usan los datos de sus usuarios para fines no sólo comerciales, sino para crear filias y fobias hacia los intereses de grupos de poder políticos y económicos, no olvidemos nunca el caso de Facebook y Cambridge Analytica, por Dios.
Pero ahora el enemigo ya no es Mark Zuckerberg ni mucho menos Meta, por el contrario, ya se volvió el amigo a defender. La avasalladora pérdida de interés de las nuevas generaciones, no sólo estadounidenses sino de todas partes del planeta, a usar esa plataforma y dejar de compartirle sus datos le resta muchísimo poder político y, por supuesto, económico no sólo a Meta, sino a todo su país de origen.
Si bien el joven maravilla nos digitalizó a todos, revolucionando el mundo de la comunicación con Facebook, una red social donde te conectabas con “amigos” y creabas tus propias comunidades bajo esa afinidad; TikTok ya revolucionó esa capacidad para crear comunidades de acuerdo con “intereses en común”, mezclando públicos, sin importar a qué generación pertenezcas, sexo, ubicación geográfica, profesión, etcétera, logrando el crecimiento de comunidades sin límite de usuarios y multiplicando los gustos compartidos.
Es justo ese algoritmo de TikTok lo que trae muy de malas al gobierno estadounidense. Las big tech han tratado de copiarlo en sus plataformas y no lo han logrado; tal vez sea porque para poder crecer y tener más views los usuarios tienen que pagar una buena lana. Así que, en su esfuerzo de imitar a TikTok siguen cayendo en seguidores y demostrando que, así como los legisladores, no están entendiendo a sus consumidores.
Por su parte, TikTok fortalece la libre expresión incentivando a sus prosumers a la creación y al consumo de contenido creativo, lo socializa masivamente en su plataforma con ayuda de su algoritmo, fomenta además un ecosistema de desarrolladores externos para la creación de herramientas de generación de contenidos audiovisuales que ya tienen un público objetivo listo para usarlas, y amplía en toda su comunidad conocimiento y empoderamiento, al tiempo que construye una economía digital y educación en la que todos ganan.
La libertad de expresión es un derecho humano fundamental, consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que no se nos olvide. Sabemos de sobra que para robarnos los datos, los gobiernos no necesitarían de redes sociales, también podrían echar mano del padrón electoral, registro sanitario, entre muchas otras opciones, además no sería la primera vez.
Si uso TikTok en mi casa con mi red WiFi, ¿TikTok usa mi red WiFi? O para producir videos con mi celular, ¿TikTok utiliza la cámara de video y micrófono de mi celular? Por ahí fueron algunas de las preguntas de los congresistas.
Habría entonces que cuestionarnos el nivel de conocimiento tecnológico que tienen los gobernantes ante el inicio de la adopción de la inteligencia artificial de manera masiva y a pocos años de la “Singularidad”, que de acuerdo con el científico estadounidense Ray Kurzweil, es la era en que nuestra inteligencia será trillones de veces mayor y más poderosa, y dependiente cada vez más de las computadoras.
May the force be with us.