vía El Economista.
Nuestra vida en la actualidad pareciera correr hoy en día, si no a la velocidad de la luz, sí a la de la banda ancha. Streaming de audio y video, descargas de contenidos culturales e informativos, archivos de texto, imágenes, mensajes y mucho más, viajan por estos vasos comunicantes de la modernidad, que toman la forma de redes fijas (Banda Ancha Fija-BAF o WiFi) o aquellas móviles (Banda Ancha Móvil-BAM o red celular).
En el reciente bienio pandémico, ambos servicios han expandido su contratación e intensificación de uso, como consecuencia del ‘empujón digital’ que generó el confinamiento y las restricciones a la movilidad.
Posterior a la Reforma Telecom, los internautas han encontrado mejores condiciones en la oferta y acceso a ambas alternativas tecnológicas de conectividad, a partir del abaratamiento de servicios y dispositivos, de la creciente cobertura y capacidad de las redes de telecomunicaciones, así como derivado del desarrollo y aprovechamiento de aplicaciones y herramientas disponibles en internet.
BAF y BAM: Accesos. De esta manera, al cierre de 2021, se contabilizan un total de 24.1 millones de accesos a la BAF y 105.8 millones a la BAM en México.
Durante el último lustro (2017-2021), el ritmo de crecimiento en la contratación residencial y de negocios de la BAF superó escasamente a aquel de la BAM, al registrar una tasa acumulada de 48.8% y 38.5%, respectivamente.
No obstante, durante el primer año de Covid-19 (2020), como resulta lógico, se aceleró más la contratación del servicio de BAF (tasa anual de 13.1%), ritmo 2.6 veces superior al de BAM (5.1%). Ya en 2021, convergieron en alguna proporción sus tasas anuales de crecimiento, a 7.7% la BAF y 5.3% la BAM.
Esta evolución favorable de la BAF resulta del efecto combinado del confinamiento pandémico, así como de sus vastas capacidades en términos de velocidad y estabilidad, percibidas por los usuarios.
Navegación en smartphones. Los smartphones son por mucho el principal dispositivo de conectividad, con una adopción de 96% de la población. Incluso, es identificable su marcado efecto democratizador, por su capacidad de penetrar en los bolsillos y hogares de sus usuarios en todos los niveles socioeconómicos, incluidos los de la base de la pirámide del poder adquisitivo.
Efectivamente, los dispositivos inteligentes están en uso tanto en nuestras salidas a la calle operando sobre las redes de los operadores celulares, como en nuestros hogares, escuelas y centros de trabajo sobre las redes fijas de WiFi.
Así, la proporción de consumo de datos o navegación es de 9:1 a favor de la BAF respecto a la BAM, es decir, que usamos 9 veces más la navegación en nuestros ambientes de WiFi, respecto a la de nuestras redes celulares.
Expresado en números, lo anterior equivale a que en WiFi (BAF) navegamos cada mes a través de nuestros smartphones un promedio de 40.23 GB. La cifra equivalente para las redes de nuestros operadores celulares es de 4.94 GB, lo que representa una proporción de consumo de datos mensual total de 89% vía WiFi y 11% por datos móviles.
Esta marcada proclividad al uso de la conectividad fija que opera sobre WiFi es atribuible a las crecientes necesidades de descarga de datos, de la expansión del uso de aplicaciones de streaming, de videollamadas para la comunicación, eEducación, eTrabajo, eCommerce, entre muchos otros.
Con todo, resulta en una afortunada complementariedad de navegación en ambas redes, con las capacidades de la fija y el beneficio adicional de la ubicuidad que nos brinda la móvil.
@ernestopiedras