vía La Lista
La guerra sin cuartel, la de todos los días, por años, ha sido la tecnológica.
Los sospechosos comunes: Estados Unidos y China han creado un nuevo orden geopolítico de economía tecnológica y compiten en diferentes campos de batalla, disputándose la supremacía por la creación y masificación de los semiconductores, como las principales armas para mantener todas las cadenas de valor sus industrias a flote.
China defiende una política exterior denominada Belt and road, una estrategia que en el inicio fue llamada por el líder Chino Xi Jinping como el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda, y cuyo objetivo consiste en invertir en la mayoría de los principales países del mundo para fomentar su presencia en el desarrollo de infraestructura tecnológica, con un supuesto enfoque de mejorar la conectividad mundial e integrar a todos en una sociedad hiperconectada, eliminando las brechas digitales en los países menos desarrollados.
Aunque esta estrategia puede lucir como una hermosa acción de responsabilidad social por parte de los chinos, muchos la califican de neocolonialismo tecnológico y claramente económico. Tal es el caso de la alianza regional del Pacífico Sur, en la que India, Japón y Australia establecieron un frente común para contrarrestar el monopolio de Huawei, y que además les permita trabajar en cooperación con Estados Unidos, para no rezagarse tecnológicamente y poder estar a la altura de la influencia global China.
Los esfuerzos en conjunto de las tres potencias tecnológicas de la región les evitan caer en una trampa de deuda tecnológica que abra las puertas para que China se inmiscuya en sus asuntos internos, en una especie de espionaje que utiliza equipos de telecomunicaciones como caballos de Troya para interferir en su seguridad nacional.
En los campos de batalla tecnológica todo está en juego.
A partir de estas alineaciones regionales contra China, dicho país ha elevado el precio de aranceles de diferentes productos no tecnológicos y ha mandado muchas misivas confirmando su desprecio por este tipo de “calumnias”.
Mientras tanto, los ajustes en el mercado mundial de cadenas de valor de semiconductores y tecnologías de red, aplicaciones para Internet de las Cosas (IoT), y cualquier desarrollo para las telecomunicaciones que sea esencial para el comercio y el uso de seguridad militar, están siendo desarrollados por países sin alianzas con China, con el claro objetivo de no dejarlos intervenir ni influir en sus sistemas cibernéticos.
Japón coopera con su liderazgo en robótica, innovación y desarrollo de inteligencia artificial y trabaja en coordinación con India y Australia para el establecimiento de estándares técnicos diferenciados, que en sinergia con un modelo de gobernanza de Inteligencia Artificial y IoT, les permitan su total independencia y libertad de crecimiento tecnológico.
Y como en la guerra, las estrategias y alianzas entre países seguirán ajustándose mientras la unión convenga a unos, más que otros.