2022.01.18
Vía El Economista
Ayer 17 de enero, iniciaron los foros del Parlamento Abierto en la Cámara de Diputados con relación a la propuesta de reforma eléctrica del presidente López Obrador. Desde mi punto de vista se anticipa un diálogo de sordos, entre otras razones, porque la propuesta de reforma constitucional fue construida con una clara carga ideológica que por más que quieran vestirla de manera distinta, es una propuesta que mira al pasado, que apela a un modelo de desarrollo que acreditó ser un desastre para México y los mexicanos.
Digo que anticipo un diálogo de sordos porque desde el primer momento en que se presentó la iniciativa, me invadió la convicción que no fue elaborada con la idea de someterla a un proceso legislativo serio, donde un proceso de negociación entre las distintas fuerzas políticas, incluyendo a las minoritarias, diera como resultado un producto legislativo razonable para México. No hay forma que un partido de oposición se preste a una negociación en la que solo logre modificar dos o tres aspectos del universo de cambios constitucionales que contiene la iniciativa y pretenda convencer a los ciudadanos y a los inversionistas, que esos acotados cambios significan una ganancia sustancial, y que por ello votó a favor del resto de la iniciativa, aún cuando tenga claridad que esas otras disposiciones lejos de ayudar a México a avanzar con paso firme a la modernidad, lo frenarán terriblemente.
Lo he dicho varias veces, esa iniciativa de reforma constitucional está diseñada para que cualquier partido de oposición se vea orillado a no apoyarla, de manera que no tenga un desenlace exitoso en el plano legislativo. Con ello, el presidente tendrá en sus manos un nuevo instrumento de propaganda para que desde el púlpito mañanero se lance con redoblada energía en contra de la oposición, para acusarla, como ya lo ha estado haciendo en las semanas recientes, como enemiga del pueblo o defensora de los que han “saqueado a México”.
No dudo que habrá exposiciones enriquecedoras, pero tengo mis dudas fundadas de que serán tomadas en cuenta para hacer ajustes de lo propuesto por el presidente López Obrador. Suponiendo que me equivoque y que la 4T termine por aceptar cambios sustanciales, lo único viable posiblemente sea que se modifiquen de manera radical todas las propuestas absurdas y solo permanezca la propuesta relacionada con reservar al Estado la explotación del Litio, aunque ello no necesariamente sea lo que requiere el país, pero sería algo que la actual administración vendería sin duda como una gran victoria política, para tratar de equiparar a López Obrador en un grado de heroísmo casi como el de Lázaro Cárdenas con la expropiación petrolera.
Sea cual sea el resultado de los foros y del intento de discusión del dictamen en el pleno de la Cámara de Diputados, no habrá ganancia para el bienestar de los mexicanos. Que nadie se diga engañado después cuando se haga visible el elevado costo fiscal de una propuesta que solo busca engañar a los mexicanos con la ilusión de que el estado les proveerá energía eléctrica barata, y que se traducirá en la necesidad de elevar los impuestos, después del 2024 desde luego para que el presidente no pague los costos políticos, o bien, en un mayor endeudamiento en la siguiente década.
Licitación 5G
Es muy bueno saber que el IFT está trabajando para armar la licitación de frecuencias del espectro radioeléctrico para redes 5G en México. Desafortunadamente hay una clara desvinculación entre los objetivos del órgano regulador y los de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que sigue empeñada en fijar un precio elevado para las frecuencias para servicios móviles, un enfoque que resultó adecuado quizá para los primeros 12 años de este siglo, pero que hoy evidentemente no lo es. Para tener un despliegue exitoso de redes 5G en México necesariamente se debe replantear la forma en que se cobra por el espectro, y sin duda, regular bien al Preponderante. No hacerlo se traducirá en más años de dominio de América Móvil, con cerca de 65% del mercado, y un sector telecomunicaciones cada vez más aletargado.