El pasado 26 de junio, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) finalmente aprobó el acuerdo que fija las condiciones para la desagregación de la red del agente económico preponderante de telecomunicaciones. Se trata, sin exagerar, de una noticia que el mercado ha esperado escuchar por más de 20 años.
La desagregación del bucle local, como también se le conoce, consiste en que los operadores competidores de Telmex, puedan acceder a la parte final de la red de éste (la que conecta la central telefónica con la casa de cada usuario) para prestar servicios de voz, audio y datos, sin necesidad de que tengan que instalar un nuevo cableado. Podrán hacer uso eficiente de la red de Telmex, disminuyendo costos, generando ahorros y re-direccionando las nuevas inversiones a fin de evitar duplicidades.
Esta medida crucial, que atiende a las mejores prácticas internacionales, podrá propiciar mejores condiciones de competencia en telecomunicaciones en beneficio directo de los usuarios, ya que podrán contratar servicios con diversos operadores (incluyendo a Telmex) sin necesidad de que se instale un nuevo cable o fibra que llegue hasta su casa. En la Unión Europea, a raíz de la reglamentación sobre la desagregación del bucle local, el número de líneas desagregadas aumentó espectacularmente en casi 80 por ciento, entre 2005 y 2006.
En una más de múltiples realidades anticompetitivas que prevalecieron durante años en México, la desagregación del bucle local o de la última milla, se previó desde 1995 en la abrogada Ley Federal de Telecomunicaciones, que obligaba a cualquier operador (no sólo a Telmex) a que permitiesen el acceso de manera desagregada a servicios, capacidad y funciones de sus redes sobre bases de tarifas no discriminatorias.
Obviamente, esta disposición regulatoria era especialmente importante que la cumpliese el operador histórico, quien mayor cobertura de infraestructura tenía y quien podía detonar la competencia en serio. Telmex se opuso a ella todos estos años, con éxito (a pesar incluso de ciertas obligaciones en tal sentido de su título de concesión).
Las cosas no cambiaron sino hasta la reforma constitucional de 2013, en que la desagregación del bucle local se estableció como una regulación específica para Telmex y su grupo económico. La regulación del IFT llega con retraso, pues debió emitirse desde marzo de 2014, lo que motivó una exhorto por parte del Congreso de la Unión. Pero en fin, ya llegó.
Ahora, de conformidad con el resolutivo segundo del Acuerdo del IFT, Telmex deberá presentar para aprobación del IFT la primera propuesta de Oferta de Referencia dentro de los siguientes 60 días naturales. Esta Oferta es clave pues será el instrumento con base en el cual los competidores de Telmex harán uso de la última milla.
El IFT debe evitar que haya simulaciones como las ocurridas en noviembre del año pasado, cuando Telmex hizo la oferta de referencia de los servicios mayoristas de interconexión pero ¡no publicó las tarifas aplicables!
Por lo pronto, el preponderante sigue detentado más del 70 por ciento de los accesos directos a casas, negocios y oficinas, en los que sólo él puede dar servicios, imponer condiciones y precios.
Cuando una medida llega con veinte años de retraso y fue necesario establecerla en la Constitución para hacerla realidad, cabe esperar, cuando menos, que tenga una paciencia limitada.