A comienzos del año, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) publicó el Programa Anual de Uso y Aprovechamiento de Frecuencias 2015, para dar a conocer las frecuencias del espectro radioeléctrico que se propone licitar o asignar directamente durante el año, entre las que contempla aquellas para la provisión de servicios de radio AM y FM.
A la vez, en un contexto socioeconómico muy diferente como el de Noruega, país nórdico en el que se identificó que el costo de transmisión de radio a través de FM es ocho veces mayor que en redes digitales, se ha anunciado en un plazo de dos años el cese de señales de FM. Interesante precedente para esta tecnología de provisión de contenidos que transita ya un camino a su eventual reconfiguración.
Esta tecnología de radiocomunicación para transmisión de señales de siglo y medio de edad conserva vigencia e incluso marcada importancia social. De acuerdo con el Inegi, tres cuartas partes de la población emplean con regularidad estos servicios y para la población que carece de variedad de plataformas de conectividad, sigue representando el principal medio de acceso a contenidos de información, educación, cultura y entretenimiento. En efecto, coexiste en un amplio ecosistema de plataformas y medios de acceso a contenidos que incluye a la televisión abierta y restringida y el Internet.
Es de destacar que en el ámbito internacional, México ocupa el séptimo lugar entre países con la mayor proporción de estaciones de radio (un total de 1,637 instaladas), que resulta en 1.4 estaciones por cada 100,000 habitantes. A primera vista, parecería indicar una dotación suficiente de contenidos para la población.
Un principio económico induce a pensar que contar con un mayor número de competidores es mejor que tener un número limitado de jugadores en la oferta. Ahí la licitación luce como una buena oportunidad para aumentar la oferta de contenidos radiofónicos.
Sin embargo, al segmentar el análisis en vistas al proceso licitatorio, se identifican al menos dos posibles escenarios. Uno, aquellas localidades en donde ya no existe espectro disponible para que entre un nuevo jugador, tales como el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey. Y dos, aquellas localidades en donde existe disponibilidad de espectro, pero que al contar con el caso de localidades con bajo poder adquisitivo y limitada audiencia resultante de sus dispersión poblacional, la demanda efectiva podría no soportar oferta incremental, aquélla que ya opera en términos semejantes a la subsistencia operativa, en regiones como Oaxaca y Chiapas, entre otros.
En ese segundo caso potencial, habilitar nuevas estaciones podría resultar en una buena intención que pondría en riesgo la viabilidad de ambas, las estaciones entrantes y las ya establecidas, con un potencial daño a la oferta de contenidos para las audiencias de la región.
En el análisis y métricas para determinar la viabilidad de nuevas estaciones, el órgano regulador debe tomar en cuenta que otorgar nuevas frecuencias de radio en este tipo de localidades donde ya existen algunas estaciones de radio, no necesariamente promueve la competencia, sino que existe el riesgo de que se genere una saturación de mercado y de depredación de las estaciones ya establecidas y de las entrantes en perjuicio de las audiencias.
Sin duda, todos estos apuntes de análisis sobre la viabilidad de la entrada de nuevos competidores de radio en México deben ser recuperados por el órgano regulador, puesto que el riesgo latente ante un escenario de saturación, depredación e inviabilidad de estaciones de radio, podría traducirse en una pérdida de alternativas de acceso a contenidos para la población y con ello, en una pérdida en el bienestar social.