2021.05.10
Vía La Lista
A través de canales digitales, las mamás crearon comunidades unidas y dispuestas a ayudarse no solo en lo educativo, sino también en lo económico.
Hoy me pondré la cachucha de mamá de dos chamacas, y redundaré en lo importante que ha sido la pandemia para nuestra evolución como seres hiperconectados, y cómo gracias a la tecnología nos volvimos digitalmente más complejos.
Los sectores tecnológico y educativo fueron sujetos a pruebas de resistencia, y como consecuencia, realizaron cambios vertiginosos para la pedagogía, que se vio obligada a digitalizarse aceleradamente.
Para mi tesis doctoral en comunicación, decidí hacer del confinamiento ocasionado por la contingencia sanitaria del Covid-19 un caso de estudio. Desde que inició y durante ocho meses, analicé el cómo la ingeniería social, desde una articulación situacional, permitió crear modelos de representación sobre uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), como herramientas para el proceso de enseñanza-aprendizaje en la educación básica.
Encontré que alumnos, padres de familia, docentes y cuerpo administrativo de escuelas tuvieron que renovarse y autorregenerarse en cuanto a procesos, contenidos, métodos de interacción, producción de nuevos espacios y tiempos educativos, para así encontrar una nueva autodefinición de autopoiesis para preservar su existencia.
La comunicación ha sido el eje transversal para la asimilación de la cultura tecnológica y ha evidenciado el valor de lo analógico para llevarlo al mundo digital. Todo en una nueva ecología y regulación sistémica, para crear una red de información y colaboración, que ha garantizado capacidades productivas ya globalizadas, y ha fomentado la apropiación de la tecnología con un sentido de equidad y urgencia.
Sin embargo, fueron las mamás quienes construyeron un eje de comunicación que hasta hoy permite que el estrés académico se maneje de manera coordinada. A través de diferentes canales digitales y grupos de WhatsApp, crearon comunidades unidas y dispuestas a ayudarse no solo en lo educativo, sino también en lo económico, para poder salir delante de la muy adversa situación pandémica.
Asimismo, las mamás redefinieron y ampliaron su rol para fortalecer un ecosistema familiar y académico; esto permitió sentar las nuevas bases para una cibercultura educativa, en medio de la emergencia sanitaria global:
- Estuvieron en contacto permanente con los niños para dar seguimiento puntual a la educación a distancia.
- Lograron la interacción necesaria entre niños y escuelas, siendo guías de lo que se tenía que hacer en el día a día.
- Crearon sistemas conectados de estudio en tiempos y espacios para distribuir las tareas, y definir los tiempos libres de pantalla y desarrollo de emociones de sus hijos.
- Formaron un vínculo con sus hijos reajustando el sistema de crianza convirtiéndose en facilitadoras de la educación escolar.
- Para evidenciar la nueva realidad de forma determinante para el presente, lograron un cambio estructural, reflexivo y consciente para todos los actores de este nuevo proceso educativo.
Sin duda, el desafío pedagógico e institucional no habría sido posible sin la integración de los padres de familia, y de las mamás en sus nuevas capacidades de instructoras de sus hijos, logrando reenfocarse.
Por todo esto, hoy celebro y felicito a todas las mujeres que en sus diferentes roles, y destaco el de ser mamá, son la mano que mece la cuna de la sociedad.