2019-05-10
Fue en la conferencia del miércoles que el Presidente López Obrador discrepó de nueva cuenta con uno de sus colaboradores. En esta ocasión fue con Alfonso Romo, Jefe de la Oficina de la Presidencia.
Romo había comentado un día antes que el primer trimestre “nos dio una cachetadita” a la economía. Esto en alusión a que en estos primeros tres meses del año la economía se contrajo 0.2% respecto al cuarto trimestre de 2018, con cifras desestacionalizadas.
Ante esto, al día siguiente el Presidente AMLO dijo que la única cachetada que se ha dado es a los corruptos e insistió que la economía del país va bien. Incluso mencionó cuantiosas inversiones por parte de Nestlé, Coca Cola, Pepsi y el fondo de inversión BlackRock.
También hizo alusión a la estabilidad del tipo de cambio en lo que va de su gestión, y a que las recientes caídas de la Bolsa Mexicana de Valores se debían más a factores externos que a una situación de política interna.
Lo cierto es que, durante los más de cinco meses de la nueva administración, hemos observado mercados estables, tanto en la bolsa como en el tipo de cambio. Y en esto coincido con AMLO en el sentido de que se debe más a factores externos que en la confianza que su gobierno proyecta hacia los inversionistas, nacionales o extranjeros. Explico por qué.
La Reserva Federal de Estados Unidos ya anunció que no subirá tasas de interés en el resto del año. Si a eso le sumamos que recientemente Banxico subió la tasa de interés de referencia, hace que México tenga la tasa de interés real (descontando inflación) más alta del mundo.
Esto ha provocado una movida de dólares hacia nuestro país, que además cuenta con la moneda de mayor liquidez de mercados emergentes. Es decir, la apreciación del peso es más un reflejo de la altísima tasa de interés real y de la liquidez del peso.
En esta misma lógica, las grandes empresas mexicanas, todas las que están en el índice de la Bolsa de valores, tienen altos componentes de inversión extranjera. Por lo que, al mantener la tasa fija en Estados Unidos, suben su valor en dólares, lo que alienta posibles resultados favorables de dichas empresas.
En consecuencia, AMLO y su gobierno no deben confiarse en que los mercados están estables y complacientes con sus políticas públicas. La realidad es que, por el momento, han respondido más a causas externas que a una confianza en la política económica del nuevo gobierno.
Si además AMLO logra convencer y dar confianza a los inversionistas, tendrá una economía estable y en crecimiento durante su mandato. Si no, todo se puede descomponer en cuestión de días.
