2019-03-22
La semana pasada escribía que la economía y la inseguridad eran los dos temas que podrían vulnerar seriamente la extensa popularidad del presidente López Obrador.
Lo cierto es que, durante los casi cuatro meses de la nueva administración, hemos observado mercados estables, tanto en la Bolsa Mexicana de Valores, como en el tipo de cambio. De hecho, el peso tuvo su mejor momento frente al dólar apenas hace dos días.
Hay claros signos de desaceleración de la economía; las calificadoras ya han lanzado advertencias serias; los capitales privados, nacionales o extranjeros ven a México con cautela; y todos los pronósticos de crecimiento del PIB se han ajustado a la baja (por abajo del 2 por ciento). Entonces la pregunta es ¿por qué hay tanta complacencia por parte de los mercados?
La respuesta se debe más a factores externos, que a la conducción de la economía mexicana por parte del gobierno. Explico por qué.
La reserva federal en Estados Unidos anunció el miércoles —justo el día de mayor apreciación del peso en lo que va de esta administración— que no subirá tasas de interés en el resto del año. A eso hay que sumarle que recientemente Banxico subió la tasa de interés de referencia, haciendo que México tenga la tasa de interés real (descontando inflación) más alta del mundo. Incluso por arriba de la India que era el primer lugar hasta el año pasado.
La no subida de tasas en Estados Unidos permitió una movida de dólares hacia mercados emergentes, de los cuales la moneda con mayor liquidez en el mercado es el peso mexicano. Es decir, la apreciación del peso es más un reflejo de la altísima tasa de interés real y de la liquidez de la moneda mexicana.
En esta misma lógica, las grandes empresas mexicanas, todas las que están en el índice de la bolsa de valores, tienen altos componentes de inversión extranjera. Por lo que al mantener la tasa fija en Estados Unidos, suben su valor en dólares, lo que alienta posibles resultados favorables de dichas empresas.
En consecuencia, AMLO y su gobierno no deben confiarse en que los mercados están estables y complacientes con sus políticas públicas. La realidad es que por el momento han respondido más a causas externas que a una confianza en la política económica del nuevo gobierno.
Si además AMLO logra convencer y dar confianza a los inversionistas, tendrá una economía estable y en crecimiento durante su mandato. Si no, todo se puede descomponer de manera muy rápida.