Guillermo Montero
Diario de México
A la fuerza ni los zapatos entran; y más tarde que temprano los de la Cofetel empiezan a darse cuenta. Las transmisiones digitales de señales televisión traerán grandes beneficios para los televidentes, especialmente en cuanto a calidad de imagen y audio. Las señales analógicas con fantasmas y ruido se reemplazarán por imágenes y sonido con alta claridad, tal como se está haciendo en todo el mundo. Esto es la transición a la televisión digital terrestre y en México debería de empezar el 16 de abril en Tijuana, pero ya no. No hubo la penetración de receptores digitales requerida, ni los medios para hacer mediciones. En otros países se planearon desde muchos años todas y cada una de las acciones para garantizar que una vez suspendidas las transmisiones analógicas, la gente siga recibiendo y viendo la tele abierta, pero ahora en digital; en México no. Aqui, los de la Cofetel creyeron que era tan fácil como pedir otra enchilada, dejaron todo para el último minuto y aplicaron la misma estrategia de planeadón con la cual una niña recién nacida planea su boda. La terquedad de algunos por fijar el mes que entra para apagar las señales de televisión analógica sin haber tenido todos los pelos de la mula en la mano era obvia, ahora es evidente. Menos mal que hubo algunos otros tercos que insistieron en dejar asentado en la política de transición a la televisión digital la obligación de diferir la fecha en el caso no poder comprobar que 90% de la gente pudiera recibir la nueva señal. Y eso justamente pasó en Tijuana. No es sorpresa, era de esperarse.