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Circuito dedicado / MexSat

Eduardo Ruiz Vega

La Razón

La semana pasada recibimos una buena noticia: el primer satélite de una flota de tres que conformará el nuevo “Sistema Satelital Mexicano” (denominado MexSat), fue puesto en órbita con éxito desde un cohete lanzado en Kourou, Guyana Francesa.

Esta es una buena noticia si consideramos que ese aparato y su puesta en órbita implican altos costos, mismos que fueron cubiertos con los impuestos de todos los mexicanos. Además, como sucede en cualquier proyecto de este tipo, el riesgo de que el lanzamiento no fuera exitoso era muy elevado.

El proyecto MexSat, concebido y ejecutado durante la administración de Felipe Calderón y heredado a la administración del Presidente Enrique Peña Nieto, nos obliga a recordar el rescate carretero ejecutado en la época de Ernesto Zedillo. En ambos casos, el antecedente común fue un proceso de privatización o de concesionamiento ejecutado en forma deficiente y sin real altura de miras respecto del verdadero interés público por el que debe velar el Estado Mexicano en su carácter de rector de la economía. Como sucede prácticamente siempre, la faceta o “cachucha” recaudatoria del Estado prevaleció respecto de su obligación de promover el desarrollo de infraestructura y la prestación de servicios públicos continuos y competitivos a favor de la población.

En efecto, el MexSat representa el reconocimiento del Estado de que la privatización de lo que fue el primer Sistema Satelital Mexicano, desincorporado del patrimonio de Telecomm-Telégrafos para formar la empresa SatMex, no fue exitosa. Y no lo fue, ya que independientemente de los presuntos malos manejos de algunas de sus administraciones, la realidad es que el precio que se pago al Estado fue muy alto considerando el monto de la capacidad que conservó el gobierno federal en los distintos satelites de la flota para el uso de sus comunicaciones, así como los efectos de la inminente competencia que habría de enfrentar SatMex producto de la apertura del mercado mexicano a los servicios prestados por satélites extranjeros.

En una suerte de responsabilidad compartida, los empresarios que compraron Satmex sin hacer su tarea y el Estado que privilegio un exiguo ingreso para cumplir metas financieras cortoplacistas sentenciaron al mercado satelital mexicano a la crisis perenne en que se encuentra sumido desde la privaticación de dicha empresa.

¿Cuál fue la respuesta a esta situación por parte de la adminsitración Calderonista? Pues la más sencilla, hacer del futuro un regreso al pasado: volver a la etapa de operación directa por parte del Estado Mexicano de un sistema satelital propio, en este caso el MexSat, y entonces poner a competir a ese sistema, subsidiado por recursos presupuestales, con la empresa emproblemada (SatMex) que el propio Estado privatizó con un grado de apalancamieno impermisible en su momento.

Mensaje Corto: Es evidente que el Estado Mexicano tiene diversas facetas o “cachuchas” en cualquier proceso de licitación que tenga por objeto privatizar o concesionar la explotación de bienes del dominio público para la prestación de servicios a favor de la población. En forma directa se advierten las “cachuchas” promotora (SCT/Cofetel), vigilante de la competencia y libre concurrencia (Cofeco) y recaudatoria (SHCP). Las tres son válidas, pero deben equilibrarse al diseñar los procesos para evitar más regresos al pasado.

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