Ayer, leí con atención una nota en un diario de circulación nacional en la que se reportó el desempeño negativo que ha mostrado la Inversión Extranjera Directa en materia de telecomunicaciones. De acuerdo con los datos publicados en la nota periodística de referencia, cuya fuente original es un estudio de la firma de consultoría The Competitive Intelligence Unit, la Inversión Extranjera Directa (IED)pasó de un máximo de 2,106 millones de dólares en el 2003 a solo 187 millones de dólares en el 2010.
En forma acumulada, entre el 2002 y el 2010, México recibió 8,743 millones de dólares por este concepto. Durante esos mismos ocho años, India recibió un monto ligeramente superior: 9,343 millones de dólares. Si bien se trata de un monto apenas 7% superior al recibido por México, es indispensable poner atención en el patrón. Mientras que, para el caso de México, los montos importantes fueron canalizados en los primeros tres años del período de análisis, en el caso de India, los montos importantes fueron canalizados en los últimos tres años. Se aprecia que, mientras el interés por México se ha reducido, por el mercado de India se ha incrementado.
La misma nota presenta dos explicaciones encontradas sobre lo que podría ser la causa de este desempeño. Una de ellas es que la presencia de un operador dominante en el segmento de telefonía móvil que inhibe a los operadores a invertir. La otra explicación que, según el diario, aporta un experto en el tema es que la presencia de un operador dominante no es lo que inhibe una mayor inversión extranjera, sino la “incertidumbre jurídica, la falta de transparencia y la discrecionalidad con la el gobierno da o retira títulos de concesión”.
Vayamos por partes. Es verdad que en México hay discrecionalidad para entregar títulos de concesión, pero sólo en el caso de redes públicas de telecomunicaciones. En el caso de concesiones para explotar bandas de frecuencias, no existe tal discrecionalidad, las concesiones se asignan mediante procedimientos transparentes y competitivos, factor que en realidad podría ser positivo para atraer inversión extranjera. Hasta donde todos sabemos, no hay tal discrecionalidad para retirar concesiones. De hecho, en el periodo de análisis, sólo se conoce el caso del procedimiento iniciado en el 2012 para rescatar la banda de 2.5 GHz y un par de concesiones de televisión restringida en la banda de UHF que no fueron renovadas. Sólo ésos. Así que no resulta sostenible argumentar que la discrecionalidad para dar y retirar concesiones es una explicación del alicaído flujo de inversión extranjera.
Este comportamiento obedece en realidad a la ineficaz regulación en materia de dominancia y de interconexión que ha persistido en nuestro país en los últimos 17 años. Ese ineficaz marco regulatorio es el que efectivamente genera incertidumbre entre los inversionistas, los que durante años se han visto expuestos a las artimañas legales de los incumbentes en nuestro mercado, Telmex y Telcel, para frenar o desactivar la efectividad de las resoluciones de la Comisión Federal de Competencia (CFC) por las que ha declarado a estos operadores como agentes con poder sustancial en distintos mercados relevantes, o las de la Comisión Federal de Telecomunicaciones en materia de interconexión.
No nos engañemos: ésas son las únicas razones por las que los inversionistas extranjeros o los operadores extranjeros, como Telefónica, no están dispuestos a arriesgar irracionalmente valiosos y escasos recursos en un mercado donde el litigio promovido por los incumbentes es el pan de cada día.
Hay quienes alegan que una solución es reformar el marco legal para permitir 100% de inversión extranjera en todos los segmentos del sector telecomunicaciones. Para quienes no están familiarizados, les comento que en la actualidad ello ya es posible en el caso de las redes móviles. Por cierto, es el que más se ha expandido en México en los últimos 10 años y donde el margen de ganancias del operador incumbente, Telcel, se ubica entre 15 y 20 puntos porcentuales por encima del promedio mundial. Esto es, el segmento en el que si es posible invertir capital extranjero hasta en 100% y con mayores condiciones de rentabilidad no fue capaz de atraer mayor inversión extranjera.
Ello muestra que, si bien se debe explorar y abrir a la inversión extranjera el resto del sector, por el momento, no es la panacea.
Antes, tenemos que resolver el problema de la ineficaz regulación de dominancia y la de interconexión. Eso es lo que realmente atraerá un mayor flujo de inversión extranjera y contribuirá a fortalecer las condiciones de competencia, con el objetivo de que los mexicanos podamos gozar de mejores tarifas.