Eduardo Ruiz Vega
La Razón
Gran revuelo causó la sentencia emitida por una corte estadounidense a favor del gigante de la electrónica Apple en contra de otro gigante, la coreana Samsung. La disputa, palabras más palabras menos, se centra en la violación a los derechos de propiedad intelectual propiedad de la icónica empresa californiana materializados en el diseño y aplicaciones de diversos dispositivos o equipos terminales de comunicación como el famoso iPhone y la tableta iPad.
El asunto puede ser analizado desde diversos puntos de vista. El más obvio, fundamental sin duda alguna, es el respeto a los derechos de propiedad intelectual y patentes propiedad de las empresas que las desarrollan generalmente a partir de multimillonarias inversiones en ámbitos tan diversos como las comunicaciones, la producción artística y la farmacéutica, por citar algunos ejemplos y que están protegidos por las leyes a nivel mundial. Hasta aquí pareciera bastante lineal el análisis.
Sin embargo, en este caso particular, podemos observar otras rutas de análisis. Por ejemplo, la transparencia e imparcialidad en la administración de justicia en países que se ufanan de la pulcritud de sus sistemas judiciales. Me refiero, claro está, a que la sentencia otorgada a favor de Apple fue decidida por un jurado de ciudadanos comunes (para un tema eminentemente técnico) y en el territorio del estado de California que es la sede de los cuarteles de Apple. Su competidor, Samsung, de manera paralela fue absuelto en cortes coreanas y japonesas sobre el mismo asunto, es decir, juzgados con asiento en su región madre o de mayor influencia. ¿Cómo estar seguros de la imparcialidad en estos procesos? Sería la primera pregunta.
La respuesta derivada del cuestionamiento anterior es relevante al ubicarnos, necesariamente, como consumidores de estos aparatos multifacéticos con los cuales accedemos todos los días a diferentes formas de comunicación y de contenidos de voz, datos y video. Es importante, ya que una línea de análisis abordada en los medios a partir del fallo judicial es imputarle a Apple la utilización de recursos judiciales en donde sus esfuerzos de mercado han fallado.
Este fenómeno, el de la judicialización de temas en donde el mercado no hace su tarea, es conocido ampliamente por los participantes en el mercado mexicano de las telecomunicaciones y dañado profundamente a los consumidores. La competencia real en el mercado, no en las cortes, simple y llanamente es benéfica para el consumidor, independientemente de nuestra simpatía o no por los productos que llevan tatuados el ícono de la manzana.
Finalmente, un aspecto adicional que queda de manifiesto con esta batalla es la creciente importancia que tienen los juguetitos o gadgets en nuestras vidas. Hace no muchos años lo que marcaba la diferencia era la tecnología de red, es decir, si uno hablaba por un teléfono fijo o por uno móvil, por tecnología alámbrica o inalámbrica, terrestre o satelital. Con la tal mentada convergencia tecnológica de redes y servicios han desaparecido muchas fronteras, las redes se asemejan unas a otras y las clasificaciones que antes admitían diferenciaciones por tipo de servicio hoy se simplifican en redes de acceso (o locales) y de transporte (o interestatales). En cambio, como lo demuestra esta disputa, el gadget es hoy lo que diferencia el consumo y por ende se ha convertido en la manzana de la discordia.