Gerardo Soria | El Economista | 20 de junio de 2012
Funcionarios públicos que se sienten eternos y que carecen de visión de Estado para crear instituciones sólidas que sirvan a los mexicanos: ése es el eterno estira y afloja en el sector telecomunicaciones, que padece ya seis años de retraso en la expedición del Reglamento Interno de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (COFETEL), lo que se ha traducido en una ineficiente distribución de competencias entre este organismo y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
A punto de concluir el sexenio, a la administración del presidente Felipe Calderón le parece irrelevante expedir un documento que debió estar listo hace seis años y que, idealmente, debe fortalecer al órgano regulador y terminar con la absurda doble ventanilla.
Esa negligencia ha provocado que hoy tengamos una COFETEL débil, incapaz de regular a los operadores de telecomunicaciones y sin atribuciones para sancionarlos.
Aunado a ese retraso, en días pasados, desapareció del sitio de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (COFEMER) el proyecto de decreto que actualiza el Reglamento Interior de la SCT. ¿Qué pretenden ocultar las autoridades? ¿Será que no se quiere fortalecer a la COFETEL? El juego de siempre, burócratas que, como el loco de Cinema Paradiso, gritan: “La plaza es mía, la plaza es mía…”.
El sector requiere certidumbre y éste es el momento para crear instituciones sólidas y fortalecidas. La autoridad no puede perder de vista que cualquier Reglamento Interno de la COFETEL debe estar perfectamente coordinado con el Reglamento Interior de la SCT. De no ser así, de nuevo, habrá un conflicto de reglamentos que los regulados utilizarán para mantener el estado de las cosas. ¿A quién beneficia el estado de las cosas en materia de telecomunicaciones? La pregunta es retórica evidentemente.
Tres son los elementos indispensables que deben observarse en la elaboración del Reglamento Interno de la COFETEL:
1. Eliminar, de una vez por todas, la doble ventanilla; la SCT debe transferir a la COFETEL todas las atribuciones en materia de telecomunicaciones, incluyendo la posibilidad de imponer sanciones y de revocar títulos de concesión. Sin esas dos atribuciones, el órgano regulador seguirá siendo sólo un espantapájaros.
2. Fortalecer la figura de los integrantes del pleno como comisionados temáticos, esquema que funcionó muy bien en los inicios de la COFETEL, cuando cada uno de los comisionados era experto en su materia y encabezaba el área correspondiente: económica, técnica o jurídica. Ese esquema de expertos debe replicarse en las áreas sustantivas que conforman al organismo (Prospectiva Regulatoria, Servicios a la Industria, Sistemas de Radio y Televisión, Supervisión y Verificación).
El Reglamento Interno de la COFETEL deberá contemplar que las áreas sustantivas dependan del pleno como órgano colegiado y no, como sucede actualmente, que sólo reporten al Presidente del organismo. Las áreas sustantivas deben estar al servicio de todos los comisionados, apoyarlos con investigaciones e información específica sobre los temas que se presentarán ante el pleno, sin que el Presidente de la COFETEL pueda rasurar o modificar la información en beneficio de su agenda personal. Un ejemplo de esto es el absurdo compromiso asumido de manera unilateral por Mony de Swaan, sin haber consultado al resto de los comisionados, de tener lista la licitación de la tercera cadena a más tardar el 30 de noviembre del 2012.
3. Las áreas administrativas también deben estar bajo control del pleno y no únicamente del Comisionado Presidente. De esta manera, se evitaría repetir la historia de los bochornosos contratos asignados a los amigos, se fomentaría la transparencia y se evitarían actos de corrupción, como los que tanto han afectado al organismo en la administración actual.
Si las áreas administrativas dependen del pleno, se le quitará al Comisionado Presidente el poder que hoy tiene sobre sus pares y que entorpece una colegiación efectiva. Actualmente, el titular de la COFETEL tiene las facultades de autorizarles viajes de trabajo, asistencias a alguna cumbre o evento, vacaciones, reparación de alguno de los autos asignados para sus traslados, contratación de personal, etcétera. Lo que debería ser un órgano colegiado entre pares es hoy una figura de cuatro subordinados y un jefe, situación que debe terminar porque sólo así los comisionados tendrán absoluta libertad de opinión y voto. El presidente Felipe Calderón aún está a tiempo de asumirse como un auténtico Jefe de Estado. Su principal preocupación debe ser heredar a su sucesor instituciones sólidas, cuyo trabajo beneficie efectivamente a los ciudadanos. En materia de telecomunicaciones, esta administración queda mucho a deber a los usuarios.
El autor es Presidente del Instituto de Derecho de las Telecomunicaciones AC, catedrático de la Universidad Iberoamericana, AC y abogado especialista en sectores regulados. Las opiniones vertidas en este artículo se emiten a título personal y de ninguna manera representan o comprometen a las instituciones mencionadas.