En mi colaboración de la semana pasada me referí a la forma en la que él órgano regulador de las telecomunicaciones en el Reino Unido, Ofcom, lleva a cabo una revisión sobre el estado que guarda el sector de las comunicaciones digitales, revisión respecto de la que, de manera preliminar, esta autoridad ya ha adelantado -basada en un análisis iniciado el año pasado- que el enfoque para regular el acceso desagregado a la red local de British Telecom (BT) por parte de otros operadores, simplemente no ha funcionado. Tomando como referencia el trabajo cuidadoso que viene realizando Ofcom en Reino Unido, sugerí de manera respetuosa que el IFT tratara de emular ese enfoque de trabajo de uno de los órganos reguladores más reconocidos por ser ejemplo de mejores prácticas internacionales, abierto, en consulta con la sociedad y con la industria que regula, un trabajo que sobre todo, no adelantara de manera prematura conclusiones sobre un trabajo de revisión demasiado serio que tiene que llevar a cabo en los próximos meses, conforme a los tiempos que el propio IFT se impuso.
Ayer leí en el espacio de un columnista especializado en temas económicos, en un diario de circulación nacional, lo que interpreto como un mensaje proveniente de las oficinas del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) que en resumidas cuentas nos anticipa cuál es la visión del órgano regulador de cara a la revisión que aparentemente estaría por iniciar: las medidas de preponderancia que impuso hace dos años fueron efectivas y que si acaso no hay mejores condiciones de competencia en nuestro país en materia de telecomunicaciones es porque los competidores del agente preponderante, América Móvil, simplemente son unos chambones y quieren todo peladito y en la boca.
Se trata de una apresurada conclusión, justamente a lo que en mi colaboración anterior me refería como algo que debe evitarse. Preocupa que ni siquiera se hayan hecho públicos los primeros documentos que permitan conocer cuáles son los principios bajo los cuáles el IFT llevará a cabo su tarea de evaluar o revisar el impacto de las medidas de preponderancia. Resulta preocupante que de antemano, el órgano regulador revele -de manera informal- cuál es la idea preconcebida con la que se inserta en este proceso. A priori, parecería que revisar el impacto de las medidas de preponderancia será un proceso vano, del que la autoridad saldrá convencida -después de varios meses de invertir tiempo y recursos- que todo funciona muy bien y que México es un ejemplo mundial de cómo resolver en dos años un penoso problema de concentración con pocos referentes a nivel mundial.
Basta ver la argumentación del IFT con relación a que fue escrupulosamente cuidadoso con el tema de competencia de la recién concluida licitación AWS, para darnos cuenta que como autoridad cuyo papel es lograr que un sector con fallas de mercado como el de las telecomunicaciones funcione “como si estuviera en competencia”, su convicción es que permitir que el preponderante acumule más cantidad de un recurso esencial que sus competidores no representa mayor problema.
Ya sé que de inmediato se negará que la opinión de ese columnista al que me refiero arriba, representa o refleja la opinión del órgano regulador y que se lamenta que se tenga esa percepción equivocada. Sin embargo, más adelante habremos de observar opiniones o actuaciones de funcionarios de esa autoridad que serán consistentes con este mensaje velado. Desde luego que hago votos para que esta sea una percepción completamente equivocada.
El órgano regulador debe convencer con una actuación abierta, transparente, consistente, creíble, apoyada en estadísticas serias y apegada a las mejores prácticas internacionales. Lo puede lograr sin problema. De eso no tengo duda.